Ayer mi hermano
cumplió 21 años, es increíble como pasa el tiempo. Nótese que yo le llevo 17 y
mi hermana 15, y mi mamá no saca la
cuenta y punto. Al pobre no le ha quedado más que crecer con 3 mamas. Pensando en el me acordé de uno de sus tantos
cuentos, aquí les va.
Cuando él tenía como
9 años se vino con mi mamá a visitarme por unas semanas a NYC. Para ese momento
mi tía vivía en Virginia y mis primos tenían la misma edad de mi hermano así
que aprovechamos de mandarlo unos días para que los visitara ( Mi mama y yo:
saquemos los vinos prendamos los cigarros y desconectemos el nintendo!).
Debo darles un poco
de contexto, mi hermano se crió en jardines, con animales, descalzo, viendo
comiquitas, comiendo tierra, y jugando Nintendo. Mis primos, on the other hand,
crecieron jugando ajedrez, sin TV, oyendo música clásica, y aprendiendo violín.
Durante la visita de
mi hermano, mi tía les organizo un gran plan: llevarlos a la celebración del
cumpleaños de Mozart para niños en el comunity center. Listos y arreglados salieron todos en la gran
van con destino a una gran fiesta.
Esa noche llamamos a
mi hermano a ver como estaba, y como le estaba yendo con el encuentro entre 2
mundos (picture Mowgli el del Libro de la Selva
y Cristóbal Colón), la estaba pasando bien, no entendía porque no había
TV pero se estaba divirtiendo jugando con sus primos. Le preguntamos que había
hecho durante el día, queríamos que nos contara mas, entonces le dijo a mi mama
lo siguiente: Mira mama fui para el cumpleaños de Mozart y estuvo malísimo,
pura música clásica, no había piñata ni colchón, teníamos que estar callados
oyendo la música, mira mama estuvo tan malo que ni Mozart fue.
Ahí les dejo esa
maravillosa historia, amo a mi hermano.