A pocas horas de irme a Caracas siento que me están mandando a la guerra con el rol de rescatista en situaciones extremas mezclado con Kung Fu Panda. Lo que está dentro de mi maleta, me recuerda a ese juego cuando estaba chiquita donde nos sentábamos en rueda y cada persona iba diciendo que metía en la maleta y la siguiente persona tenía que repetir lo que el otro había dicho y agregar algo, hasta que alguien perdiera porque se le olvidara algo o cambiara el orden.
Nada más para que se den una idea aquí les van unos ejemplos de lo que mi maleta lleva con garantía de sobre peso: mosquitero, pote de vaselina, móvil bebé, treats para el perro, teclado, cassettes de VHS de ejercicios de Cher, filtro nevera, libros de punto de cruz, etc. Es como increíble que nada de lo anterior se pueda comprar en Caracas, o por lo menos eso quiero pensar, porque si es de puro antojo de mis familiares, voy a rodar la maleta a patadas por todo el JFK.
Para hacerme la vida más complicada, o cargar un arma de defensa, como lo quieran ver, decidí llevarme a Penny. – mi super shihtzu. Y ella también siente que va para la guerra porque en su vida le han puesto tantas vacunas, hecho tantos exámenes, casi que capta huellas y demás para poderse ir. Hasta al departamento de importación y exportación de agricultura y cría del JFK fui a dar. Es que claro los americanos saben que la única gringa en mi familia es la perra y la tienen que proteger.
Otra razón que me hace pensar que voy a la guerra es la inseguridad, y no el típico atraco o pilas con los seguros del carro, si no el hecho de que los secuestros ya son cosa de cada día, algo normal pues para el que vive en Caracas. Además siento que todo puede ser causa de un robo/secuestro, cosas que antes eran normales ahora son un acto de desafío: no fumes con el vidrio abajo, no saques el BlackBerry, no pongas el BlackBerry en la mesa, no uses el BlackBerry, pa ver el BlackBerry, tránsate la cartera (no así no – así), no salgas de noche, no salgas en la tarde, no salgas en la mañana….
Solo puedo decir que en verdad, estoy contando las horas para llegar a la guerra a mi guerra. A conocer a mi sobrina, a ver a m mama, a mis tías y a mís abuelas, amigas a comerme un cachito y una cachapa con un jugo de parchita, un perro caliente de la calle, unos pepitos ( con la cara del ni-ñi-to!), una bomba y un pie de guayaba, así tenga que andar vestida de Ninja con unos cuchillos Jinsú. Wa-Sha!