Monday, March 19, 2012

Bibidi Babidi Boo


Me cuenta mi mamá que cuando era chiquita yo le preguntaba a mi madrina que donde estaba su varita mágica, que donde la tenia escondida que yo la quería ver! También me acuerdo que durante unas vacaciones en navidad pasamos por una tienda donde vendían varitas mágicas, y que yo le pedí una al niño Jesús para poder convertir a mi hermana en sapo y poder ordenar el cuarto sin hacer esfuerzo. Todo esto era de esperarse de una niña que creció viendo La Cenicienta prácticamente a diario, complementada con La Bella Durmiente, La Espada en la Piedra y el Mago de Oz. Para mi la varita era imprescindible y mas en una madrina.

Han pasado los años y evidentemente ya no creo en varitas mágicas, puede que crea en un batazo por la cabeza, pero en varitas no.

El mes pasado todo cambio. En uno de mi posts anteriores había dicho que este año quería ir a Paris, y estaba en el proceso de ver quien podía ir conmigo en Septiembre que era la fecha que mas me convenía, todo muy organizado con tiempo, buscando hotelitos, precios de buses, etc. Y sonó el teléfono. Mi madrina. Te quieres venir conmigo a Paris? Tiene que ser en 2 semanas máximo. Ok. Avísame. Lo pensé. Pedí permiso en el trabajo y listo. Pasaje comprado. Paris.

El apartamento donde nos quedamos era espectacular, con vista directa al Louvre. No conforme con eso mi madrina saco su propia calabaza y la convirtió en carruaje, un carro que nos paseo por todo Paris y que nos llevo hasta Versalles, que nos subió por Montmatre y nos paso por el Arco de Triunfo. Todos estos paseos venían además acompañados de historias y cuentos que ilustraban lo que había pasado y quien había estado en cada lugar, y mira que yo he leído y sé de historia, pero mi madrina no tiene comparación.

Visitamos la calle donde venden animales, fuimos a un mercado de antigüedades, comimos en lugares súper modernos y en otros súper tradicionales, fuimos a muchas pastelerías, nos tomamos los vinos mas ricos, y hasta nos dio chance de ir al Ballet – 4ta fila e incluía coctel.

Yo me sentía como que me había ganado un premio, el viaje parecía de mentira, que todo lo que quería ver lo vi, que todo lo interesante se hacia mucho mas interesante con mi madrina, que todo lo que me quería comer me lo comí, y al final de la noche guardábamos la calabaza y llegaba a dormir a esa casa tan espectacular viendo al Louvre que si Luis XIV hubiese saludado por la ventana lo hubiésemos visto bien de cerquita como quien dicen.

Así que puedo decir con certeza, que mi madrina es una hada madrina, que si tiene varita, y que cantando Bibidi Babidi Boo me llevó a conocer Paris, una de las cosas que mas soñaba con hacer.



Gracias Hada Madrina!